25 d’abr. 2010

"Según Como Uno Dé Los Buenos Días..."

Ani Choying Drolma, monja nepalí cantante
IMA SANCHÍS, 06 de junio de 2007 - LA CONTRA - LA VANGUARDIA
Según el tono que yo utilice al decirle buenos días, usted tendrá más o menos predisposición a escucharme.
Estoy de acuerdo.
La música y el canto permiten a los que abrir su corazón, es uno de los mejores vehículos para transmitir sentimientos.

Escuchamos poco.

Estamos ocupados en que los demás nos escuchen, y eso rompe la comunicación.

¿A usted cuándo empezaron a escucharla?

Soy la hija mayor de una familia de clase media con dos hermanos varones, así que estaba destinada a realizar las tareas domésticas y callar. Preferí ser monja. Lo planteé a los diez años y mis padres aceptaron a cambio de tres años más de trabajo.

¿Y el príncipe azul y todas esas cosas?

Siendo niña decidí no casarme jamás.

¿No le gustó lo que vio?

Las relaciones que viví en casa y la que vi entre mis vecinos eran desalentadoras. La sociedad nepalí es muy machista. Mi padre era agresivo, vi sufrir mucho a mi madre. En la sociedad nepalí nacer mujer significa olvidar cualquier deseo en función del marido y la familia. Los hombres creen que su mujer les pertenece.

Su padre también le pegaba a usted.

Sí, nos pegaba indiscriminadamente. Solía usar una vara. Era un enfermo.

¿Alcohólico?

Bebía, pero no era un alcohólico.

Entonces, ¿enfermo en qué sentido?

Yo odiaba a mi padre, me pegaba tanto que pensaba que no debía de ser mi padre. Mi maestro, Urgyen Tulku Rinpoche, me pidió que intentara pensar algo positivo sobre él y me di cuenta de que era un hombre que trabajaba muchísimo para darnos de comer; así, poco a poco entendí que él no era feliz y que su rabia era frustración. De ese modo pasé de sentir odio a sentir pena por mi padre.

¿Le sirvió de algo?

Sí, me ayudó a perdonarlo. Él me ha dado la vida, y la vida es preciosa, ese descubrimiento me permitió empezar a amarlo y a cuidarlo. Siento que es mi responsabilidad ayudarlo ahora que se ha quedado solo.

Tiene suerte su padre.

Soy yo la que debo darle las gracias, porque si no me hubiera tratado tan mal, no me habría hecho monja ni habría descubierto a mis maestros, ni tampoco que hay cosas buenas en todos los seres. Dos hombres han cambiado mi vida: mi padre y mi maestro.

Al recibir su compasión, ¿su padre ha cambiado o sigue siendo la misma fiera?

Ahora tiene más paz.

Su padre también es budista, ¿qué ha hecho con sus creencias?

Culturalmente es budista, pero eso no significa nada; las religiones son sólo etiquetas.

Su madre ha muerto hace poco. ¿Qué ha entendido?

La impermanencia.

¿Cuándo descubrió su voz?

Fue un productor norteamericano que vino al monasterio, Steve Tiggetts. Hicimos un primer CD y tuvo tanto éxito en EE. UU. que decidieron lanzarme al mercado mundial.

¿Por qué aceptó?

La razón inicial fue ver mundo, pero llegó el primer cheque, ¡era muchísimo dinero!, y comprendí que podía realizar mi sueño: la escuela para monjas.

¿Y por qué una escuela para monjas?

Si quieres ayudar a los demás, has de ser capaz de conocer sus problemas, los problemas del mundo, y saber comunicarte. Si podemos tener los mismos estudios que los monjes, seremos más efectivas y prácticas.

Sí, pero no entiendo por qué no ha fundado una escuela para niñas, monjas o no.

Estoy preparando mi ejército: estas mojas capaces de argumentar, empleando también la razón, el poder de la compasión volverán a sus aldeas y educarán a las niñas.

De manera que, para usted, es más importante la educación que la música en sí.

La música es mi instrumento, tal como la palabra es el suyo. Pero fíjese en que las palabras no son la entrevista... ¿De qué son instrumento sus palabras y mi música...? De su corazón y su mente, de mi corazón y mi mente.

Así debería de ser.

La música me permite llegar a lo más profundo de mi ser, sacar lo que hay ahí y transmitirlo a través de ese don que es mi voz.

Dicen que su voz y su canto curan.

Cuando me siento triste, confundida o enfadada, rezo. Y rezo cantando mis mantras desde mi alma; eso hace que me sienta mejor. En mis conciertos canto lo mismo que en privado y desde el mismo lugar. Es posible que esa vibración que sale de mi alma haga que los demás se sientan mejor.

¿Qué le ha enseñado su maestro?

A comprender que lo importante es cómo percibes las cosas: si es de manera positiva, el efecto será positivo, y viceversa. A no pensar que el juicio que tú emites es el juicio correcto. A no responder a una injusticia con otra injusticia, al dolor con más dolor. Mi maestro ha nutrido mi corazón.

¿Qué merece la pena en la vida?

Nunca debes hacerte daño a ti mismo, a tu alma. Encontrar el verdadero sentido a tu existencia en este mundo.

Eso es muy difícil.

A menudo lo más simple parece lo más complicado, precisamente por ser demasiado sencillo. Todo es muy lógico...

¿En qué está pensando?

Todos queremos ser felices y estar bien, centrémonos en ello: si yo le trato bien, usted sonreirá. Si usted sonríe, yo también sonreiré. Si yo le grito, usted dejará de estar feliz y me tratará mal, y yo le trataré todavía peor. Lo que siento lo transmito y se me devuelve.